Hacia el año 1741, Hermann Carl era, como buen príncipe ruso de la época, rico, además de un hombre culto y amante del arte, condición indispensable perteneciendo a la nobleza y la realeza de la época barroca. Mantenía a su servicio un considerable número de criados, sirvientes y acompañantes, incluidos, naturalmente, músicos que amenizaban fiestas, reuniones y veladas.Uno de estos músicos era Johann Gottlieb Goldberg, un dotado clavecinista, uno de los más hábiles de su época, al que Keyserlingk conoció en 1737 y desde entonces fue su protegido y músico de cabecera. El conde era mecenas y protector de artistas y músicos, entre ellos de Johann Sebastian Bach. Resulta curioso saber su gran interés por la música, hasta el punto de que llegó a apadrinar a Carl Philipp Emanuel Bach, hijo de Johann Sebastian. Fruto de esta relación mecenas-protegido fue que Goldberg fuera enviado a pasar temporadas con Bach para perfeccionar su técnica y aprender de la música religiosa luterana del siglo XVIII.
Sí, el conde Keyserlingk era un hombre afortunado, todo lo tenía, todo… pero no podía dormir.
Entonces al conde se le ocurrió encargar a su protegido y amigo Johann Sebastian la composición de alguna obra que, ejecutada por su fiel Goldberg, le permitiera conciliar el sueño. Éste decidió escribir un conjunto de variaciones para clavecín sobre un tema principal, alternando pasajes rápidos con otros más lentos, en general alegres y que exaltaran el espíritu de tal forma que llevaran al oyente a un estado de relajación que le ayudara a conciliar el sueño. Todo eso, a pesar de que al gran Bach de 1741 no le gustaba nada componer variaciones: le resultaba aburrido y poco gratificante: lo que para casi todo el mundo era dificilísimo o simplemente imposible, para él era trivial… Bach estaba por entonces en el culmen de su producción como Maestro Cantor de la Iglesia de Santo Tomás, donde compuso sus obras más insignes, como la importante Pasión según San Mateo. El resultado fue un conjunto de un aria (el tema principal), seguido de treinta variaciones sobre ella y terminadas con una repetición final del mismo aria inicial. El conde Keyserlingk se las encomendó a Goldberg para que las interpretara siempre que lo necesitara. A partir de ese momento, en las noches de insomnio el conde pedía a Goldberg que le tocara “alguna de mis variaciones”… y el conde por fin pudo dormir. Tal fue su agradecimiento que entregó a Bach, en pago por sus queridas Variaciones, una escandalosa cantidad de dinero (cien luises de oro, el equivalente de unos 500 táleros) contenidos en una copa también de oro, casi la misma suma que representaba para Bach un salario anual como maestro cantor de la Thomaskirche, que ya era un salario más que generoso… Y las variaciones fueron desde entonces conocidas como Variaciones Goldberg, en recuerdo del esforzado clavecinista del conde.
Todos estos acontecimientos los refiere prolijamente el biógrafo de Bach, en la biografía suya que publicó en 1802, más de cincuenta años después de su muerte, en 1750.
Prácticamente ningún estudioso de la obra y de la vida y circunstancias de Johann Sebastian Bach la da por verdadera. La obra, originalmente denominada por Bach “Aria con variaciones diversas para clave con dos teclados” fue compuesta a lo largo de varios años y publicada en 1741 como la cuarta parte del “Clavier-Übung”, algo así como “Ejercicios para teclado” para aficionados exigentes Las tres primeras partes eran: la primera, Seis partitas para clave; la segunda, el Concierto italiano y la Obertura francesa; y la tercera, la Misa alemana para órgano y cuatro duetos para clave.
El hecho de que la publicación se produjera en 1741 o 1742, es decir, en vida del autor, es una rareza. Sin embargo, es casi seguro que su composición sería años anterior, pues se ha encontrado una copia manuscrita del aria en un cuaderno de la segunda esposa de Bach, fechado hacia 1725, aunque bien pudo ser añadida después.
En fin, lo más probable es que bien Goldberg, bien el propio Keyserlingk, se hicieran con una copia de esa primera edición, quizá entregada por el propio Bach a su protector, y tanto fue el agradecimiento del conde y tanto las interpretó su clavecinista que, con el paso de los años, todo el mundo las conoce como “Variaciones Goldberg”. Le sirvieran para dormir, o no, pero eso nunca lo sabremos con seguridad.
SARA SANCHEZ SANZ
Muy interesante, verdad? Podias añadir un vídeo de esta obra tan maravillosa y destacar del texto alguna otra idea importante. También podrías poner un titular más sugerente como: Bach cura al Conde o " El Conde sueña con Bach" o " Felices sueños Señor Conde", o Lo que quieras. Por Lo demás, perfecto.
ResponderEliminarMuy interesante, verdad? Podias añadir un vídeo de esta obra tan maravillosa y destacar del texto alguna otra idea importante. También podrías poner un titular más sugerente como: Bach cura al Conde o " El Conde sueña con Bach" o " Felices sueños Señor Conde", o Lo que quieras. Por Lo demás, perfecto.
ResponderEliminar